Por: José Luis Méndez
Rodríguez
La generación a la que
pertenezco no tengo la menor duda que ha sido privilegiada, vivimos el cambio
de siglo y milenio, vimos salir al PRI de los Pinos y lo vimos regresar, tuvimos
la oportunidad de ver un cometa, conocimos las computadoras desde que eran unos
armatostes gigantes que tenían que conservarse prácticamente en congeladores, programábamos
en tarjetas perforadas y los monitores eras monocromáticos con tono verde,
hemos empleado teléfonos de disco, de botones, inalámbricos, celulares que
teníamos que cargar en una maletita por la pila, analógicos, digitales, CDMA,
GSM, 2G, 3G, 4G, sin pantalla, con pantalla, con pantalla de leds (solo se
veían los leds nada más), touch, comenzamos a ver la Tv en blanco y negro en
grandes muebles con selector de dial y ahora son a color, digitales, 3D, ultra
slim, HD…en fin…por si algo nos faltaba ver, no solo hemos “visto” el posible
asesinato de un Papa (Juan Pablo I) sino la ascensión de un jerarca católico
con antecedentes nazis y además su renuncia por cansancio.
Joseph Aloisius Ratzinger,
Benedicto XVI ya como Jefe del Estado Vaticano, renunció a seguir caminando
sobre las sandalias de Pedro, según nos han dicho, por sentirse demasiado
cansado, enfermo y sin las fuerzas necesarias para una responsabilidad de tal
envergadura, ser la máxima autoridad de una de las religiones con mayor número
de adeptos en este planeta. Sin embargo, atendiendo a lo que la historia nos
dice y, sobre todo al papado ejercido por su antecesor Juan Pablo II (Karol Józef
Wojtyla) siendo uno de los más longevos y realizado hasta su muerte no obstante
el atentado sufrido en 1981, el cáncer de intestino padecido, las fracturas en
el fémur y un hombro y 15 años llevando a cuestas el mal de Parkinson, no suena
en lo absoluto lógico lo que nos presentan como los motivos de renuncia de
Benedicto, quien desde este 28 de febrero pasa a ser Papa emérito.
Independientemente de si son
o no las que nos dicen, las razones reales por las cuales abdica Ratzinger, la
realidad es que la iglesia católica vive en estos momentos una de sus crisis
más graves de toda su historia, las denuncias sociales y demandas jurídicas en
contra no solo de cientos de sacerdotes sobre todo en Estados Unidos y América
latina por abusos sexuales y pederastia, alcanzan a obispos, cardenales y hasta
el propio Papa, ya sean los actores de tales abusos o por encubrirlos y por
ende volverse cómplices. Por supuesto que en ello también se encuentran
implicados políticos, gobernantes y destacadísimos e intachables miembros de
nuestra sociedad. Aun con ello es común escuchar argumentos como: ¡Pero eso
siempre ha sucedido! ¡Si todos hemos escuchado decir que el padre fulano le
mete mano a las niñas o a los niños! Y linduras por el estilo denotando que
tales abusos han sido prácticamente parte de nuestra cultura.
Por fortuna los tiempos, a
pesar de grandes resistencias y mucha lucha, cambian…en estos casos se requirió
de muchos años y gran valentía de los miles de víctimas, no solo para enfrentar
a sus abusadores sino para afrontar el descrédito que en muchas ocasiones se
presentó y se sigue dando, de la victimización constante y la vulneración de
sus derechos humanos por enfrentar un poder ligado no solo con Dios, sino sobre
todo con las clases más poderosas de nuestro país y el mundo…Por fortuna los
tiempos los vamos cambiando, el precio que se paga parece en ocasiones
demasiado, pero siempre saldrá más costoso quedarse sin hacer nada…
Si se puede cambiar de Papa…porque
no habremos de cambiar el sistema?
Por hoy es cuanto…ahí nos
vemos.
@guerreroenvivo
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